Libros y listas de fin de año


Durante las últimas semanas, y quizá los próximos días, veremos a revistas y periódicos publicando los “mejores libros del 2023”, listas cuyo valor no radica en la verdad absoluta, sino en el bellísimo sesgo de la lectura personal. Desfilan en sus párrafos editoriales gigantescas y medianas, a veces pequeñas justificaciones de la elección y, por supuesto, el nombre de quien confecciona el ranking (que la gran mayoría de ocasiones supone importancia mayúscula). 

¿A qué lectores les interesa realmente? Quizá entre todos los públicos, los lectores/autores son los que guardan mayor expectativa bajo el deseo de ver sus nombres -y sus libros- apareciendo en primera plana. También otros públicos que buscan revalidar su posición como buenos lectores coincidiendo con la autoridad que firma. Los más, quizá, buscan recomendaciones para sus próximas compras. Si algo es cierto, es que algunas listas son famosas por su o sus firmantes enmarcados por el prestigio del medio que los publica, a tal grado que el lector/autor que mira su nombre ahí puede hacer uso curricular de las menciones. Luego lo de siempre: que si hay vicios y virtudes de por medio, que si hay intercambio de postulaciones al mejor libro del año, que si son amigos, etc. 

Lo importante, aquí, es ver la gama de temáticas, estilos y perfiles que suelen ocupar los puestos: novelas, biografías, algunas veces ensayos; también ocurren accidentes curiosos cuando figuran un par de libros de poemas en el ranking, libros que, casi siempre, corresponden a la obtención de premios de poesía tradicionalmente bien portados. 

Leo, como siempre, algunas listas y pienso en lo trivial de las justificaciones que poco importan después de todo, que para eso tenemos reseñas. En ese sentido, lo valioso sería, a lo largo del año, construir un panorama amplio de la lista personal a partir de reseñas de cada libro, para al final listarlos no con brevísimas razones sino lecturas atentas y anotadas. Una reseña se agradece mil veces más que una mención. Entiendo, claro, que existen poquísimos oficiantes con la intensidad necesaria para armar listas desde enero porque, insisto, ¿a quién le interesan realmente estas publicaciones? Las listas, no pocas veces, son leña al fuego de la “falta de crítica literaria” que tanto se reclama desde la vocación del trending topic. 

En lo personal, veo estas listas como una tradición que causa un efecto dominó difícil de evitar: las revistas nuevas, los blogs recientes, todos voceando su fin de año con la línea editorial que han logrado definir. Prefiero, sobre todo, las listas amplias con invitados de todo tipo, esos que rescatan relecturas por encima de lecturas novedosas, porque qué cosa tan extraña esa de cazar lo nuevo para estar al día. Es probable que cause más interés una lista de los libros que más se disfrutaron en cierto año, que aquellos que se publicaron en el mismo. Después de todo, la lectura es un hecho que sucede en el tiempo y en el gusto del lector, no compitiendo contra él y obligándolo a cumplir agenda. 


[Publicado originalmente en "El Egoísta",
columna del diario Novedades Yucatán]